sábado, 10 de octubre de 2009

Un ser pensante



Nadie podría definirse a la perfección, pero todos sabemos en el fondo rasgos referenciales de cada uno de nosotros. En el mío, por ejemplo, sé que normal no soy, y aunque me pesa en ciertas ocasiones, como llenar exámenes psicotécnicos y dibujar en una entrevista a un hombre bajo la lluvia, esperando que coloques un paraguas y no lo pones, asumes desde ya; que quien sea capaz de confiar en ti , sea en el trabajo o en una relación amical, es porque también sufre de algún tipo de desequilibrio.
Pues sí, así es mi vida, nadie niega que he pasado las de caco y quico, que he sufrido las enfermedades por orden alfabético, y hasta he padecido en algunos momentos la no descubiertas, o quizá, simplemente encima de todo soy hipocondriaca.
Si me preguntan a que le temo, las respuestas serían igual de innumerables que la lista de créditos de star wars. Y es que, a pesar que mi actuar diario es de la mujer de hierro, la que no siente, la que no sufre, la que jamás se compadece, lo cierto es que hay una niña temerosa de todo un entorno que considera dañino. No soy capaz de adaptarme a mi sociedad, lo admito; y en la sonrisa que todos ven día a día en múltiples conversaciones con los que me rodean, no hay más que el secreto más profundo de mi inseguridad y mis traumas sociales.
Es difícil contemplar en cada segundo de tu existencia que eres dos personas, que eres y te comportas de dos maneras totalmente opuestas y diferentes y que no sabes aun como atar tu locura a solo el recuerdo del pasado. Es cruel saber que no hayas aun un equilibrio, y que en el fondo, muy en el fondo tampoco quieres llegar a encontrarlo porque entre las cosas que te atemorizan está el cambio, ser diferente, y mucho más ser normal.
¿Podrías imaginar entonces que es entrega para mí?, mejor dicho ¿cabe hablar de entrega en una persona como yo? Siendo dos personas completamente distintas, una orgullosa y fría, y otra cariñosa y temerosa. Es un acertijo para el que aun no hallo respuesta.
Es decir, no podría llegar a amar totalmente porque le tengo miedo también al amor. Y si es que la otra está de turno y tiene el espíritu aventurero se lanzará al ruedo… pero cuando reflexione y se mire al espejo aceptará entre sollozos que tiene miedo, que le tiene miedo al sufrimiento, al error.
Y racionalmente abstrayéndote para ver el asunto como un tercero, aceptaríamos todos que el error no es tan malo, que hará que aprendamos que progresemos, que nos “superemos” en el lenguaje hegeliano. Pero, para una mayor comprensión habrá que imaginarse a un pequeño niño que llega al cuarto de su madre a pedir auxilio cuando se vea recostado en la noche abismalmente negra, la madre como es de esperar le explicará que en las noches no sucede nada malo, que no vendrá el cuco, que debe sentirse seguro y que siempre estará a su lado. La explicación no lo cubrirá ni le quitará el temor, y se terminará acostando con la madre aunque el esposo lo acepte de mala gana
Es similar, exactamente eso me sucede. Y es que entiendo que hay cosas completamente necesarias para la superación, pero parte de ese proceso es el sufrir: Y le tengo miedo al sufrimiento.
Cada día me conozco más conociendo al resto, cada día me realizo más estudiando al resto y graciosamente también al pasar cada mañana logro entender con más claridad que el resto está más loco que yo porque ni siquiera saben los traumas que padecen.
Volviendo al tema planteado, conociendo que le tienes miedo a sufrir, al amor, al error, la pregunta concluyente es ¿Podré algún día amar? ¿Podrá algún día alguien amarme realmente con el mundo completamente confuso que represento? Si bajo las sábanas no soy capaz de querer sin reservas, si no soy capaz de arriesgarme, si no soy capaz de confiar, si no soy capaz de aceptar la posibilidad del error porque se trata de un riesgo. Y si más aun, la otra solo sale para defender su orgullo ante cualquier situación que pueda hundirla en su “yo afectivo” ¿Qué persona humanamente soportable puedo ser?
¿De que serviría tener tanto para dar, para entregar, si el miedo interno lo consume? Es como si el cariño entrara en un círculo vicioso, en una culpa interna, porque como el temor es gigantesco y el orgullo lo sostiene, simplemente no me permito amar – y no sé si es que en algún momento pueda.
Quizás, -pienso- que cuando he creído estar al borde del amor, del verdadero amor al que entro por decisión propia y guiada por mi espíritu aventurero que surge más fuerte algunas mañanas, el temor se reduce, mi orgullo se esconde; y de pronto me encuentro en un lugar no antes visto, un suelo movedizo, un olor en el ambiente que me encandila manteniéndome en el suspenso. Y lo único que me hace permanecer allí es saber que no estoy sola. Que estoy viviendo esa experiencia acompañada de otro ser humano y que cualquier sensación ya sea dolorosa o que nos brinde grandes satisfacciones la pasaremos juntos. Esa es mi llave y mi visa para mantenerme en ese mundo totalmente riesgoso, porque de otra manera sería insostenible mi existencia en el.
La pregunta más compleja aun es ¿Cómo llegas a saber que el otro realmente te quiere? ¿Es válido el riesgo a pesar que se trate de un factor meramente subjetivo?
Es así, como termino de concluir que estoy más loca de lo que yo creía. Pues, si no sé que me pueden amar verdaderamente, no puedo arriesgarme, si no me puedo arriesgar por temor, jamás podré amar, si no puedo amar… viviré eternamente sola como he venido haciéndolo desde que nací – porque la compañía no es de cuerpos sino de mentes.
¿Y la ilusión y el sueño en que el otro te quiere? – preguntaría un suspicaz-, Eso, justamente eso, no está hecho para mi.

lunes, 7 de septiembre de 2009

El sueño de un principe azul




Y cuando ya estaba saliendo de todo ese lagar incoloro, cuando ya estaba curada de todo tipo de enfermedad mental, cuando ya podía ver el brillo del sol con alegría... Aprendí que ser ermitaña era lo mejor que me había pasado en este mundo, que solo la ayuda espiritual te enseña a equilibrar tus instintos, solo así dominas tus demonios.

Caminaba ya por fin, paso a paso, segura de mi vida, por lo menos, segura que existía - que para mí eso ya era más que suficiente. De pronto durante una tarde aburrida, como las que siempre me acompañan, me quedé dormida en un parque frondoso, y soñé, o quizás creí ver en lo profundo de mi transe un hombre a lo lejos, muy a lo lejos que me miraba con ternura, que sin decir palabra alguna sabía mi historia completa, cada caída, cada tropiezo; sin haberme llamado nunca por mi nombre, sabía relatar con gestos cada una de las situaciones más dificiles de mi existencia y con cada sonrisa trataba de sobrepasar a las lágrimas derramadas.
Pero no podía acercarse, nunca pudo hacerlo. Le prometí en aquella visión que algún día lo alcanzaría. Comencé a desearlo, a mirarlo con ansias, a quererlo - y hasta el querer me sonaba ya una mentira, porque sobrepasaba todo límite en sentimiento -. ¿Es así como debía martirizarme?¿como debía pagar mis culpas?.
Pensando y viviendo por un ser que no existía, que solo podía verlo cada noche, mirandome a lo lejos, conversando conmigo mentalmente, diciéndome noche a noche que no deje de visitarlo. ¿Cual es el límite del sentimiento? ¿Hasta dónde llega la razón?. Me enamoré lentamente sin darme cuenta, volví a pisar los mismos agujeros, volví a ser vulnerable y llorona como antes. Volví a sentir debilidad cada vez que recordaba su imagen, me sentí nuevamente viva después de mucho tiempo.

En cada encuentro le repetía angustiada ¿Cuando se acabará este sueño?¿Cuando dejaré de verte?¿Cuando es que empezará nuevamente mi muerte? Decidí enamorarme de un sueño, de una ilusión, una empalagosa ilusión que podía llegar a ser amarga. Decidí dejar sin límites al sentimiento, y saltar al abismo...

Las visitas cada vez se hicieron más furtivas, no había mucho que decir, pasábamos el tiempo juntos, compartiendo juegos o pensamientos. El me pedía que sea como él y yo, que sea un mortal. Ambos, en el fondo sabíamos que nunca se iba a dar. Hasta que un día, entré en la desesperación, la racionalidad comenzó a tocar la puerta, -Yo? Yo quería seguir en mi locura, encerrada en mi ilusión, encerrada en mi bubuja eterna.
Pero al final, siguiendo la ley de los finales tristes para una persona como yo, decidí no vivir más en el sueño, entró mi fase autodestructiva.

- Lo sé, no es ni siquiera necesario que lo pienses- sé que fue una locura, sé que no debí hacerlo. Lo sabía, pero más que el saber predominó en mi la necesidad de sentir lo que siempre quise revivir, lo que alguna vez algún mortal me dio. No sé si me enamoré del angel, o del hecho de sentir que amaba nuevamente, aun no sé si el sujeto era relevante... Aunque sinceramente, para consolarme prefiero sentir que no. Que me enamoré del sentimiento, que me enamoré de la ilusión, que me enamoré de la compañía, de sentir algo diferente, de saber en lo profundo que no estoy sola, que alguien me espera, que alguien me piensa.

Yo sabía que nunca se daría, no pude entrar nunca en la dimensión de las visiones, ni el nunca al plano mortal. Aunque si me hubiesen dado a escoger, hubiera dejado el cuerpo, hubiera devuelto el espíritu, hubiera dejado mi mundo hecho, solo por sentir que no estaba ni estaría nunca nuevamente sola.



lunes, 23 de febrero de 2009

Numerogatorio

Y mil dias lo esperé. Ansiosa, soñando que llegaría con una rosa bajo el brazo. Y mil días lo dibujé entre lágrimas, entre trajes oscuros con una gran sonrisa. Y mil días, le pedí que me dijera que me quería, que me abrazara como si estuviera al borde de la muerte. Míl días, mil días, bajo un verde que no maduraba, bajo un mundo que no giraba, mil eternos días. Y fueron quinientos, quinientos en los que el sentimiento se ahoga como letra del abecedario, quinientos en los que noche a noche sonreia pensando que el pensaba aun en mi, quinientos .. y los quinientos se acabaron. Y fueron cien, ... Cien y ya no recordaba su rostro, cien ....y ya lloraba su olvido.

lunes, 16 de febrero de 2009

Pablo Roya


Me abrieron la puerta, la cual golpeé por casi 20 minutos, y estuve a punto de escupirla e irme rajándolos el resto del día.
Vengo de parte de la vecina dije, - vecina rechinchosa, que no puede venir a hacer sus mandados, y yo a mis 16 años tengo que zurrarme con sus paquetes-. Felizmente me retribuyó con 0.30 buenos céntimos, que al final me servirían siquiera para comprar un hamilton al señor carero de la esquina , claro está, regateando y ayudándole de paso a arreglar los viejos periódicos que les sobran del día (¡pobre!, casado con una vieja fondonga que le gusta andar mirando el trasero a chibolos como yo).
Eso me consolaba. Llegué y me hicieron pasar a un salón pequeñito, algo estrecho, con una puerta hecha de vidrio, y una manijita diminuta. ¡Brrr! Parecía un congelador.
Me sentaron en un sillón amarillo inmenso, hasta que salió una señorita, esas de las que tienen su nariz respringada y castañita, toda pituca alzando la tacita, mugrosa y miserable, con su dedito medio torcido.
A solo dos metros frente a mí, se sentó cruzando la pierna de pollo que parecía una cañita.
Me detuve viendo sus zapatos larguísimos y puntiagudos; solo atiné a recordar las chancletas viejas de mi madre, y dije: ¡Minchiclas!. Ella mientras tanto preguntaba quien yo era, a lo que respondí: "Pablo Roya señorita, vengo de ehhh parte de mi vecina, la señora Valentina".
Ella recibió el paquete y me invitó una tacita de café super amargo, que pasé en un trago y casi casi lo vomito. Sacó, mientras lo abría, un cigarro con una cosa enorme y larga, que parecía un lapicero negrito, y desde entonces, el lugar pareció chimenea de pollería. Cuando vió el encargo, sonrió, de pronto se paró y me preguntó la edad. Le respondí: 16 señorita. Ella se levantó el vestido que traía, y se puso un calzoncito diminuto, que había sido enviado en el mandado.
No pude evitar recordar a mi primera novia, no pude evitar recordar cuando quise acostarme con ella y no pude, no se paro la cosita, ¡maldita cosita! que hasta ahora, le tengo un rencor que jamás jamás podré perdonarla!
¡Valentina de miércoles!, exclamé, mientras la señorita se sacaba completamente el vestido, quedándose unicamente con los zapatos estraflarios, dando una última pitada.
Se veía flaca, fea y sin nada de donde agarrar, cayó su cabello reseco y lleno de mechones que parecía choza de allá de la selva donde mi apá vivía . Me tiró 50 soles y me dijo: Haz tu trabajo, aprovecha y lárgate.
No lo pensé demasiado, tomé los 50 solcitos que servían para la comida de la semana, quise hacer lo que me pidió pero, ¡ la cosita otra vez no se paró!, ¡Bendito San Tadeo!, cosita hermosa, con eso te olvido todo rencor pasado.

domingo, 15 de febrero de 2009


Y Nico soñaba



Nicolás escribió:

" Te amo, pero mi odio tiene más horas al día

Te amo, pero sé que ya se acabará con el sol el tiempo del sentimiento.

Y solo, como prueba de ello, puedes consultar con mis sábanas, porque mi almohada ya se canso de escucharme"



Nico soñaba que algún día todo regresaría, y sería el mismo niño con la misma felicidad que Dios le otorgó en su momento, y reiría con sus juegos, comiendo galletitas o chizitos en la tienda bien surtida que lo vio crecer. Y que un perrito algo babucho, marroncito que daba la patita, llegaría nuevamente a morderle las orejas.

Y Nico soñaba noche a noche que su angel llegaría para abrazarlo y apapacharlo como siempre, a acurrucarlo entre sus largos cuentos noctámbulos, que se asomaría por su ventana, que lo llamaría para que el abra la puerta. Cada noche, aunque nadie lo veía, se escondía entre canciones, intentando tocar una guitarra vieja que solo el escuchaba con buen sonido, y entre notas se olvidaba de su sueño, o quizás lo hacía perdurar en su cantar y al mismo tiempo en su silencio. Nico aprendió a vivir de sonrisas, de ilusiones, aunque su corazón estaba ya desde hace tiempo muerto. Aprendió a andar con el aire, aprendió a dormir con la luna, aunque en sueños, aun recodaba tanta alegría, y una lágrima se asomaba, solo visible por el brillo que la luna le daba.


Y Nicolás, con el tiempo dejó de soñar, se olvidó de sufrir, cerró su utopia. Y el angel que siempre llegó dejó de hacerlo, y el perrito babucho que lo perseguía dejó de encontrar sus orejas. Se refugió en el silencio, en letras, en pasiones o quizás solo aparentó hacerlo.

Diario de una loca


"Porque el valor de la amistad solo lo aprecias...Cuando ya no son amigos"


Hoy, casi bordeando las 05 de la tarde, de un domingo sin razon de ser, un domingo con cara de miércoles, llego un amigo que hace años no veía, una amigo con quien lleve una relación algo agitada, una relación intensa pero llena de huecos. Traia el rostro medio demacrado, con ampollas en los dedos y uno que otro grano en la cara. Jamás lo vi tan desgastado, tan cansado, tan si él. Se sentó y converso de muchas de sus historias vividas en todo este tiempo que no lo había visto - trataba de escucharlo, pero tengo una noción excesiva del aburrimiento rápido. El tomaba agua de vez en cuando, para mojar su lengua, que se notaba desde lejos que estaba muy seca. Agitaba unas manos muy bronceadas por el sol, de arriba a abajo, dándole el toque teatral a su narración. Yo, Rosalía, unicamente pensaba: a que hora darán la película en TNT?. Cada ciertos minutos prestaba atención a lo q contaba, solo para no parecer desatenta.


Mi amigo lloró al final de su historia, y yo solo atiné a tomarle de las manos (porque para colmo, ni sensible soy, aunque a veces pienso que en este sentido debo tener algún tipo de personalidad bipolar). Salió, encendió su carro -que sonaba como carcacha vieja, o como cuando abren una puerta sin aceite), fue directo al puente, y me llamo desde ahí. A mirar el atardecer. A mirar como el sol se despide de los humanos, como huye ante la presencia de la luna. Y ahí, recién ahí, sin palabras, sin miradas ni nada. Solo el y yo sentados en aquel puente; nuestras almas se comunicaron y lloré, lloré después de tanto porque sentí lo que el estaba sufriendo...


Eso, solo eso es amistad.

Diario de una loca



"Si creyera que todo puede ser verdad, si tan solo creyera"


(2) Flores rosadas a la vista, casi es ya medio día. No tengo hambre, no tengo sed, no tengo pasión, no tengo nada. Solo se escucha a lo lejos un niño llorando y es propio de estos malditos edificios donde no existe un mínimo de privacidad. Estoy cansada y con un fuerte dolor de estómago, queríendo hacer algo pero sin alguna tarea para soñar un ratito. Sigo aquí encerrada como una vieja fofa, echada como un bagre sin vida. Viendo solo el fúnebre color del parké. Alcanzo a ver desde aquí que ya ni mi reloj funciona, hasta el se cansó de escuchar mis latidos. Sé que el mundo no me quiere, pero ¿Qué carajos? Yo tampoco lo quiero a él.


En fin, después de un desfile que no puder ver, pues solo alcancè, con mi diminuto tamaño a mirar globos de aliento y espaldas toscas y ahombradas. Pinche desfile. Aunque gané mi apuesta respecto a la candidata, al final terminé pagando más porque me pelee con un ladrón - como pirañita saliendo de Río Seco- Claro, terminé con mi brazo cortado, un puñete en el ojo y uno que otro moretón en el cuerpo; pero me di el gusto de acusarlo de violación para que le suceda lo mismo en la cárcel; por ser un puto maricon que solo le gusta vivir de la gente.


Sin nada, recordando mis historias, recordando mi vida con un rico brownie sin cacao, un helado sin suero, y una empanada sin relleno.


sábado, 14 de febrero de 2009

Y tuve que...

Y tuve que reir con la canción de fondo,
tuve que bailar con el idiota que me hizo la invitación,
tuve que sonreir y coquetear como siempre,
Y la canción de fondo era mi muerte.

Y me forzó a pensar en mis nubes grises
Llorando entre sonrisas con las notas ausentes.

y con el ultimo tono
con el ultimo suspiro
con el ultimo sollozo.

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Sola, pensando...
naufragando en el mar de mis anhelos
solo el aire compensa mis heridas,
solo el viento amilana mis molestias.
Quisiera libertad ideologica,
ansias de sumergirme en ilusiones.
Todos me encadenan,
no me dejan volar...
Creatividad, tu mi musa
quien eres en realidad?,
por que eres tan dificil de amistar?...
Te vas y me dejas como siempre,
aun en cadenas, aun con grilletes...
mi dolor, mi sangre corren por los pasillos,
y ahogan sus gritos en un simple desvelo...
ellos me suplican que me libere,
mas lloro yo con ellos y tristemente
me resigno a cadenas arrastrar...