El fin de una relación siempre deja un mal sabor en la boca. Sobretodo cuando la relación dejó de ser de enamorados para volverse en la de amantes, esposos, novios, comprometidos, y un sinnúmero de estados que solo quieren indicar que llegaron a creer amarse. ¿Te imaginas que es sentir que tu mamá o tu papá te llegaran a mirar como un extraño? Pues déjame explicarte que es la misma sensación. Alguien que fue parte de tu vida, lo deja de ser para siempre, ya sea por acuerdo, por engaños, por mentiras, por la incompatibilidad y las excusas que estén al pedido de la carta. Alguien que durmió contigo eternas noches, cuando el sol salga te mirará como un completo desconocido.
Esto desde ya, implica un trauma, el trauma al alejamiento. El trauma por reconocer que la persona amada deja de serlo. El trauma de cambio de vida, de cambio de papeles, de nuevos protagonistas o quizás de dejar que tu pendejada reine mientras estés solo. Como es de esperar, implica innumerables noches conversando con tu almohada, tardes de hombros amicales húmedos por tus lágrimas, días en los que tomas más de la cuenta, fiestas en las que besas a cualquiera, o quizás fumadas de crack que a veces en ese estado bastante bien le viene al cerebro.
¿Pero saben que siempre será lo más difícil? El asumir que la decisión o el acto tomado fue el mejor dentro de tu vida. Porque luego, cuando recuerdas a ese ser, estando solo, corres el riesgo de no extrañar a la persona en sí, sino a la idea de la persona que creaste en tu mente, a esa persona que solo está llena de virtudes, a la que tiendes a obviarle los defectos. Recuerdas su sonrisa, cuando te tomaba de la mano, cuando te miraba fijamente diciéndote que no le dejes nunca. Durante ese momento de soledad, eres muy torpe como para acordarte del engaño, de la estafa, de sus mentiras, de sus defectos, de su cochinada, de sus sacaditas de vuelta, etc.
Es en ese momento preciso de torpeza es en el que solemos preguntarnos ¿Hice bien? ¿Es normal que te extrañe? ¿Aun te quiero? En síntesis: ¿Fue la decisión correcta? Y parte de tu razón solo te grita que mires hacia delante, que ya no te preocupes por lo que dejaste atrás, que la vida continua y el responderte dudas que aparecen periódicamente no te solucionará la vida. Pero para algunos curiosos que no le hacen mucho caso a lo práctico (por lo menos no cuando conversan con su propio yo), nos preguntamos insistentemente. ¿Lo amé? ¿Hice bien? ¿Es normal que lo extrañe? ¿Aun lo quiero? Dudas que siempre, lee bien, SIEMPRE, rondarán tu cabeza como piojos de loro, las cuales si eres inteligente fingirás que no los sientes, fingirás que no existen. Y si eres una imbécil como yo, intentarás sacártelos con pinzas.
He pensado mucho en el tema, y he escuchado mucho sobre lo que otros han pensado. Y el problema central de todo el asunto será la indecisión y duda como puntos característicos de los seres humanos. Siempre dudamos, dudamos si hicimos bien en estudiar la carrera, dudamos si creemos en Dios, dudamos sobre nuestra sexualidad, dudamos sobre todo. Quien no se haya hecho alguna vez una pregunta imagino que no puede llamarse hombre. Hasta el mismo Jesús cuando le dice al Padre: ¿Por qué me abandonaste?, estaba dudando de la providencia.
¿Por qué nosotros no habríamos de dudar también con el amor? Dudaremos, claro que siempre dudaremos, nos cuestionaremos si la persona que dejamos atrás fue la indicada, si el o ella eran los pilares de nuestra existencia, si algún día conoceremos nuevamente a alguien que sea tan compatible a nosotros. Y es aquí donde debemos saber diferenciar tres cosas: El extrañar a alguien, el amar a alguien y el amar lo que creímos amor. Por que cuando un amigo se va, necesito verlo, y no implica que esté enamorada de mi amigo; porque cuando estoy sola extraño a mi ex y eso no indica que ame a mi ex. Sino que solo extrañaba a alguien, y que solo amaba a la idea de amor. Hasta aquí todo parece muy simple. Pero ¿Cómo diferenciar entre “amar el amor” y amar en la actualidad al ser que pasó? Imagino que es ahí donde aplicaríamos la teoría del amor verdadero y no del amor como enfermedad.
El amor verdadero no es solo la ilusión que te impulsa a tener sexo en una escalera, a regalarle flores, a cantarle en una serenata, a hacerle una canción o quizás a hacerle una tarjeta. El amor verdadero sobrepasa todo límite de lo externo y de lo complejo. El amor verdadero se basa más en caracteres armables, el saber deponer actitudes dentro de lo saludable de una relación, el saber tratar con respeto, el saber ser sufrido. Las parejas que estadísticamente han demostrado durar mucho más en el tiempo, son aquellas que basaron su amor en la costumbre – y para entender esto, antes deberíamos aprender a no satanizar la costumbre, la cual es también parte del amor.
Entonces, si es que nunca hubieron estos patrones en la relación que dejaste pasar. No te preocupes, que las dudas siempre existirán. Y sí la ley falla a lo que ya te expuse, si es que estoy en un error y cabe amar a alguien que nunca te respetó…. Igual, por conveniencia cree lo anterior, porque ese amor solo te hará, como dice una canción “inmensamente triste”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario