Soy tan frágil como un wantán frito y tan triste como un pan de maíz. A veces me evaporo y huyo junto al humo de su cigarro, no lo niego, me gusta sentirlo. Estoy sola, tan sola como una uva magullada, y desde aquí veo a todas las frutas ser tomadas; pero me gusta estar así.
Soy un chizito caído de la mesa alegre. Me patean, mi pisan, me enchiclo. Aun voy en su zapatilla, conversando con mis amigos los coquitos, que me brindan un poco de su fe, pues quizá y me haga tan duro como un turrón de caramelo, tan fuerte, como para no ser querido.
Soy el huequito de la blusa de algodón, del que todos se avergüenzan y pocos enseñan sin guardar prudencia. A veces me cosen, pero nunca me crean. Crean, confianza… nunca en mí.
martes, 28 de diciembre de 2010
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